Alivia tu pecho adolorido o irritado




Si eres de las que piensan que amamantar es "natural" y "no duele", la realidad suele ser bastante diferente y decepcionante, especialmente los primeros días. Más aún, durante el primer embarazo, los pezones se agrandan y se vuelven más sensibles.

Cuando el bebé comienza a succionar, crea una presión y succión que los pezones nunca antes habían experimentado. Estas nuevas estimulaciones pueden hacer que los pezones se sequen y duelan, especialmente porque las sesiones de lactancia pueden durar hasta una hora y el bebé puede demandar hasta trece veces al día.

Expuestos a la humedad y a la succión de la boca del lactante y al aire, los pezones se secan, dañan y agrietan. Por lo tanto, deben hidratarse regularmente para protegerlos, calmarlos e incluso ayudarlos a sanar.

Es fundamental cuidarlos rápidamente para que el dolor no dure, para evitar que se dañen más y que te impidan continuar con la lactancia. Si tus pezones comienzan a sangrar o te duelen mucho, busca con una partera o especialista en lactancia lo antes posible.

Un buen agarre también es la clave para una lactancia sin dolor y estos profesionales también pueden ayudarte con eso. Ellos pueden darte valiosos consejos como otras posiciones para amamantar o incluso revisar la longitud del frenillo de la lengua de tu bebé, que a veces es demasiado corto, lo que le impide tomar el pecho correctamente y, por lo tanto, irrita tus pezones. Con una consulta se puede realizar rápidamente el diagnóstico que les permitirá solucionar estos inconvenientes.
 


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